I will survive!

Hace poco más de diez días que estoy de vuelta en Argentina pero no todo ha vuelto a la normalidad. Aproveché mis circunstancias y decidí embarcarme en una experiencia que es a la vez descanso, desafío y supervivencia: estar quince días sin móvil. Pensé: ¿por qué apresurarme a resolver una cuestión importante y trivial a la vez? La tecnología es tan buena como esos gloriosos momentos de desconexión, a más absoluta mejor. Dos caras de la vida diaria: quien lo probó lo sabe.

Los espero, los invito, les cuento más de mi «Operación Retorno» en La platea al escenario.

Un día en el mercadillo

DSC00083Hoy pasé el día en un entorno típico español. Los mercadillos son ferias que se montan en numerosos municipios y constituyen un paseo habitual para residentes y turistas. Se organizan en grandes predios habitualmente regulados por los Ayuntamientos, por lo cual los propietarios requieren de un permiso para montar sus puestos. En los mercadillos se comercializan todo tipo de productos: frutas y verduras, alimentos, ropa, antigüedades, libros, accesorios, elementos de decoración… Muchas personas se surten allí de todo lo necesario para la vida diaria, ya que en muchos casos los precios son sensiblemente menores que en los comercios tradicionales, donde los costos para el propietario son mayores.

A nivel turístico, los mercadillos son tanto o más promocionados que cualquier otro paseo de compras y tan imprescindibles como la visita en plan turista a museos, iglesias o monumentos, y no solo con el objetivo de fomentar el consumo. Según me contaba Ana, que hace más de treinta años que monta sus puestos en distintos mercadillos de la Costa del Sol, sobre todo los turistas provenientes del norte de Europa, habituados al frío y la lluvia, cuando salen de vacaciones quieren estar al aire libre y gozar del sol, inclusive al momento de hacer las compras. Para encerrarse en centros comerciales enormemente grises ya les basta durante el año, cuando el mal tiempo los empuja invariablemente a predios cerrados.  (más…)

El viaje literario

[En medio de mis vacaciones, una reflexión «colgada» que no quiero dejar de hacer pese a que su objeto y localización poco tengan que ver con la línea narrativa de los últimos post]

Una buena iniciativa: cuento de lectura pública en el metro de Madrid
Una buena iniciativa: cuento de lectura pública en el metro de Madrid

Si hay algo que hice con frecuencia, fruición y alta dedicación traducida en las muchas horas abocadas a ello, fue viajar. Y no me refiero sólo a las aventuras turísticas en las que tuve la suerte de embarcarme sino, y sobre todo, en los extensos y numerosos trayectos que recorrí a diario, ya sea para ir a la Universidad o trasladarme desde el pueblo a la gran ciudad.

Consciente de que en este tiempo el transporte público sería la única opción (nada de coches a la vista) de un momento a otro tuve que acostumbrarme a los tiempos que éste implica. Adaptación asequible pero adaptación al fin; casi diría que se trató de un tiempo adicional placentero teniendo en cuenta la novedad y belleza de los paisajes que acompañaron mis trayectos.

Esta nueva situación que fue rutina durante casi seis meses de travesía europea se conecta íntimamente con otra cuestión: el incremento exponencial de mi disponibilidad y ganas de leer, que encontraron su «punto de fuga» en estos miles de minutos de viaje.

Con sorpresa y alegría, un buen día comprobé (y verifico hasta hoy) que no sólo yo exploto esta veta de un tiempo aparentemente perdido: descubrí que muchos otros desconocen el vaso medio vacío que supone un tiempo en teoría infértil y lo reutilizan en favor de un viaje que para ellos no será solo un desplazamiento físico. Será también un viaje literario, por medio del cual trasformarán ese «vertedero obligado de minutos del día», de la vida, en un camino de ida al mundo de las letras.  (más…)