Yo me vuelvo al sur, esperando que haya días mejores

¡Llegó el día! Estoy a unas horas de tomar el avión rumbo a Argentina y mis sentimientos son tan variados como contradictorios, pero estoy feliz y tranquila. Sigo sosteniendo lo dicho, en esta ocasión parafraseando a una de mis artistas favoritas: «acepto el destino/y será lo que tenga que ser».

costa del solNo quiero dejar de contarles lo bien que lo pasé en la Costa del Sol; esos días sí que fueron de verdaderas VACACIONES en un cóctel de mimos+, horarios- cuyos puntos sobresalientes fueron:

  • Las rebajas 😀
  • La ciudad de Málaga y el Museo de Picasso. ¡Qué artista! Lástima que no dejaban sacar ni una foto;
  • Visitar Puerto Banús, deambular por el mercadillo de los sábados (¡muy recomendable y de los más grandes de la zona!) y reposar en las playas desoladas de Marbella;
  • Comer pescaitos (ni pescado ni pescaditos) de todos los tipos, tamaños, colores y cocciones en Torremolinos;
  • El puerto de Benalmádena, con sus edificaciones blancas tan particulares y esculturas de seres mitológicos, monstruos marinos…
  • El pueblo de Mijas, perdido y anclado en el tiempo. Difícil decir en qué radica su encanto, porque todo es adorable. El Festival de Blues que vimos por la noche y que congregó a residentes y turistas fue el broche de oro, la yapa de tan hermosa visita;
  • Gibraltar. Exótico, natural, chocante (culturalmente)… un privilegio haber podido estar en suelo inglés y a escasos kilómetros de África;
  • La vida en familia, otra vez; las charlas interminables de todo tipo y tinte, los libros leídos, los juegos con los niños que me hicieron añorar especialmente a los míos.

La última parada de mi viaje es Alcalá de Henares, donde ya he estado y contado, para ultimar mis valijas (¡qué caos y cantidad de cosas!) y quedar en zona Barajas, adonde iré en unas ocho horas… ¿mi tranquilidad tendrá que ver con que aún no caigo? Puede ser…

Aquí siguen llenándome de atenciones: parrilla argentina una noche, cordero al mediodía y otras delicias para seguir conociendo la cocina española de primera mano. Además visitamos Sigüenza, un pueblo perdido en la provincia de Guadalajara (Castilla La Mancha) cuyo impresionante castillo reconvertido en hotel y la monumental catedral datan del siglo XII. Todo me sugería un típico poblado de hace cientos de años, porque incluso sus habitantes ataviados a la vieja usanza, con instrumentos, catapultas y en plena lucha de espadas con motivo de las Fiestas Medievales me ayudaron a recrear una modo de vivir que tuvo lugar ahí mismo. Gracias a la fidelidad a la tradición de tantos pueblos y regiones españolas, pude asimilar su historia y costumbres de manera fiel, sencilla y real.

Viajar, conocer, descubrir y deslumbrarme hasta el último minuto con la bella España son mi privilegio e inevitable devenir. Ya me voy, pero me ilusiona que una melodía dice todavía: «nos volveremos a ver», más temprano que tarde.

El arte moderno nos enseña que hay espacio para todos

DSC00044Le debo los créditos del título al maestro Ryszard Kapuscinski, quien ha sabido ver la dimensión política y social del arte en los tiempos que corren. Vale la pena citarlo más extensamente para entender que su afirmación poco tiene de caprichosa o idealista:

«Hoy, para entender hacia dónde vamos, no hace falta fijarse en la política, sino en el arte. Siempre ha sido el arte el que, con gran anticipación y claridad, ha indicado qué rumbo estaba tomando el mundo y las grandes trasformaciones que se preparaban. Es más útil entrar en un museo que hablar con cien políticos profesionales. Hoy en día, como el arte nos revela, la historia se está posmodernizando. Si aplicáramos a ella las categorías interpretativas que hemos elaborado para el arte, quizá lográramos desentrañar mejor y tendríamos instrumentos de análisis menos obsoletos que los que, generalmente, nos empeñamos en utilizar. Caídas las grandes ideologías unificadoras y, a su manera, totalitarias, y en crisis todos los sistemas de valores y de referencia apropiados para aplicar universalmente, nos queda, en efecto, la diversidad, convivencia de opuestos, la contigüidad de lo incompatible. Puede derivarse de todo aquello una conflictividad abierta y sanguinaria, arcaica, el enfrentamiento difuso, el renacimiento de los localismos y de los feroces tribalismos, pero también podrá surgir un lento aprendizaje de la aceptación de lo distinto a uno mismo, de la renuncia a un centro, a una representación única. Como el arte posmoderno nos enseña, quizá podríamos darnos cuenta de que hay espacio para todos y que nadie tiene más derecho de ciudadanía que los demás».

"Usted prefiere a los grandes maestros, usted no se queda tranquilo com la vanguardia..." #ReinaSofía
«Usted prefiere a los grandes maestros, usted no se queda tranquilo con la vanguardia…» #ReinaSofía

Estando en Europa he podido visitar algunos de los museos más importantes del mundo. No me importa si tardo una, tres o siete horas en recorrerlo (aunque mi cuerpo se resienta); no me puedo ir hasta que no siento que me colmó con los tesoros que cada uno alberga. No lo tomo como una autoimposición («Estoy acá y tengo que ir. ¡Cómo voy a decir que no fui!») sino por un gusto innato de todo tipo de manifestaciones artísticas que viene de larga data.

Para mí visitar un museo es una aventura, en el sentido más propio de la palabra. Y a partir de la lectura de tan reveladoras palabras de Kapuscinski me propongo prestar más atención a ese costal político que ciertamente desborda en el arte del siglo XX, de cambio y ruptura con su cometido clásico. 

En esta nueva senda me encuentro después de visitar la Galería TATE de Arte Moderno en Londres, y el Museo Reina Sofía de Madrid. No es novedad que el arte es empleado desde hace siglos para denunciar injusticias y padecimientos. La Modernidad encontró un renovado motivo: vociferar que en el arte hay de todo, porque todos somos una compleja Humanidad con una impostergable necesidad y deseo de hacernos oír. 

Nuestra lucha es resistir

Empaparse de la cultura en cualquiera de sus variantes es de las experiencias más enriquecedoras y gratificantes que vivo y recomiendo. Es conocido (y un poco angustiante, por su complejidad) el debate sobre qué es cultura y no está dentro de mis posibilidades e intenciones dar una definición académica y acabada. Pero quiero describirla en un caso concreto que vivencié estando en Madrid y que agradezco no haber dejado pasar.

DSC00039La secuencia cronológica y sus efectos fueron más o menos así: se presentó la obra «Comedia sin título» de Federico García Lorca en la Sala Cuarta Pared (c/ Encilla 17). La entrada era un alimento no perecedero que se destinaría a personas necesitadas. La accesibilidad del derecho a espectáculo nos permitió ir, ya que no hubiésemos podido costear una entrada (a veces el teatro es un bien de lujo). Además, asistiendo colaborábamos con las nobles intenciones de la compañía teatral.

Pero no hubo favores sin devolver, sino un intercambio mutuo. El público aportó comestibles; la obra y el debate nos alimentó el espíritu.

Eran nueve personajes en escena, en una autorrepresentación: García Lorca dio el protagonismo a los actores, amantes y defensores del teatro y detractores de quienes lo oponían a «la vida real». Momentos turbulentos azotaban a la Nación y un inminente bombardeo amenazaba con destruir la ciudad. El teatro era un buen refugio, pero no de unos pocos y únicamente ante el temor de perder la vida en la Guerra. El director mandó a que las puertas permanecieran abiertas, incluso ante la evidencia del ocaso. «El teatro es la escuela del pueblo» es la idea que resonaba otrora y su eco llega hasta hoy, mal que le pese a los malintencionados y que las circunstancias pujen por restarle visiblidad y credibilidad.

«Comedia sin título» es una obra interesantísima, compleja en sus postulados y sumamente veloz por lo acotada y dramática. Es una mezcla de pesadumbre expectante por la época oscura (ideológica y bélica) de la Guerra Civil que tan bien (para su desgracia) conoció García Lorca. La vigencia de sus actos en la realidad española es ineludible.

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Actores e impulsores de «Teatro x alimento»

Tan solo treinta minutos después la obra llegó a su fin. Se bajó el telón simbólico que nunca se descorrió, y se encendieron las luces que brillaban por su ausencia. La calidez y el despojo de la sala eran ideales para representar el mensaje que en la sociedad española de hoy se resignifica con una potencia abrasadora. Una lluvia de aplausos coronó el espectáculo fugaz. Pero el mitin aún no había concluido. Enhorabuena que haya sido esta pieza maestra la elegida, porque esta realidad acongojante (y acojonante) invitó a una sentida reflexión colectiva en voz alta.

«¿Qué hacemos y para qué estamos? ¿Cómo seguimos?» fue la humilde pregunta de los actores de «Teatro x alimento»  que pusieron en escena y a pulmón una impecable representación. Y entonces se escucharon elogios, agradecimientos, denuncias y broncas contenidas que se vociferaron, como es lógico, a la más mínima oportunidad. La crisis y la recesión angustia a los españoles, se sabe por los medios de comunicación, pero ayer conocí de su propia boca qué es lo que más les indigna de toda la situación. Les angustia, se niegan y protestan por los recortes. Salud, educación e infraestructura están siendo reducidos en cantidad y calidad por un presupuesto insuficiente que prioriza a la economía, bajo promesas de una «pronta reactivación» que se hace desear. Los españoles ven sus derechos básicos reducidos, y la cultura cae en la misma bolsa y con igual estrépito.

DSC00041Rabia, resistencia, asambleas, «marea blanca», barricadas fueron los motores de acción repetidos y propuestos para combatir y sobrellevar la crisis. La retroalimentación, el agradecimiento y los ánimos fueron mutuos, multiplicados y sinceros. Y los caminos para el compromiso y la participación ciudadana en este embrollo que es España fueron transitados con humildad y convicción por actores y espectadores, formando una barricada humana, ideológica, cultural y alimenticia que resiste a los embates y aguarda con renovado optimismo.