Suelta amarras, navega lejos de puerto seguro


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Lisbon Destination Hostel

Es una feliz coincidencia que cada cumplemes de mi venida a Europa lo haya festejado con un viaje. Los cuatro meses se pasaron y llegaron volando, y el destino escogido para nuestro último viaje «en familia» fue Lisboa. Fue un viaje relámpago, descontracturado, distinto, en síntesis, lo que necesitábamos para recargar energías y afrontar la etapa final de esta experiencia. Por la cercanía con Madrid (poco más de 600 km en línea cuasi recta), con precios de traslado y alojamiento accesibles y el infinito atractivo de la playa que tanta falta nos hace nos inclinamos por visitar una capital no tan célebre, con una belleza innegable pero de otra magnitud y que poco tiene que ver con los parámetros artísticos y estilísticos clásicos de ciudades como París, Roma o Londres.

Lisboa es bella por su estructura, una bahía con salida al río y rápida conexión con el océano Atlántico, emplazada en la altura, con calles empinadas y numerosos acantilados costeros. Su atractivo natural es palpable pese a su voluminosa y antigua urbanización: su ícono son las playas apostadas en pueblos vecinos e integrados a la capital por carreteras, puentes y medios de trasporte variados. Son parajes pequeños e interrumpidos en la línea costera, lo cual diferencia a las playas lisboetas de las bien conocidas marplatenses, que se extienden por casi treinta kilómetros de forma continua. Las de Lisboa son playas agrestes, ajenas a la explotación privada feroz y a los aditivos humanos que van desde escolleras desmesuradas hasta bares y negocios. El agua es tan limpia y clara que por primera vez vi peces con nitidez; el oleaje es escaso y los visitantes comparten una filosofía relajada y entregada a los placeres naturales que ofrece.

Los tres días que estuvimos en Lisboa fueron de sol y calor, con nubes muy aisladas y temperaturas de treinta grados, una verdadera excepción al frío, lluvia e inestabilidad propias de la época allí y en Europa en general. Consecuentemente, nuestro paseos por excelencia fueron las playas de Cascais y Costa da Capacarica, con jornadas entrañablemente largas al sol y con el agua cristalina y aún fría del Atlántico a unos pasos.

Las largas caminatas de otros viajes, los ritmos vertiginosos de entrada y salida a museos y tantos otros atractivos fueron reemplazados por días tranquilos de lectura, música, mate, fruta y sol. Dada la ubicación estratégica de nuestro hostel en la zona de la Baixa pasamos los días en el corazón mismo de la ciudad y observamos desde nuestra inmejorable posición el Castillo de San Jorge y las casas de colores tan características de Lisboa.

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Las calles de Lisboa invitan a mirar

Decididamente es un lugar distinto y resulta muy satisfactorio poder encontrarle su atractivo pese a las notorias diferencias con sus hermanas europeas. Lejos de la ostentación, el lujo y la pulcritud, Lisboa es más descontracturada, medianamente ruidosa de día y desolada por la noche, donde la seguridad no es una garantía y todo termina tan temprano que nos vimos obligadas a arribar temprano al hostel y ya no salir (situación ideal para favorecer el tan anhelado descanso).

Una sabia frase de Mark Twain ilustra a la perfección lo que me provocó Lisboa y mi sugerencia para futuros visitantes: «suelta amarras, navega lejos de puerto seguro». Animarse a lo diferente, alejarse de los clichés obligados y necesarios pero clichés al fin como son las ciudades que caracterizan y enorgullecen a Europa, para adentrarse en tierras tan fértiles como poco exploradas, es una grata experiencia. Después de todo los sudamericanos, más allá de lo que pretendamos aparentar o aspirar, estamos más cerca en nuestro modo de ser y vivir con los portugueses que con la alucinante perfección londinense, parisina e incluso madrileña. Y además, oh coincidencia, Lisboa fue en tiempos de los romanos Olissipo, nombre derivado del fenicio que significa… puerto seguro.

4 comentarios en “Suelta amarras, navega lejos de puerto seguro

    1. Aprovechá que estás tan cerca! Aunque en Canarias y a punto de empezar el verano se debe estar muy bien también, imagino 🙂 nuestra ciudad en Argentina tiene unas playas muy bonitas y era de lo que más extrañamos!! Así que Lisboa nos vino como anillo al dedo 🙂

      1. Sii aquí el buen tiempo hace bastante que llego y playas… En cualquier punto de la isla!! Jeje pero tengo ganas de visitar las de Portugal, a ver sí me puedo dar pronto una escapada a un precio razonable 😊

  1. Evocadora crónica y bonitas fotos. No conozco Lisboa. La verdad, soy más de montañas, pueblos y campos, y también playas tranquilas, por supuesto. Apuntada queda en la (larga) lista de destinos pendientes. Un abrazo!

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